MANERAS DE VIVIR

 

ESCUELA “ARTES ESCÉNICAS HERRERA”/ EXTERIOR

 

Una nueva jornada de clases termina. Una gran cantidad de personas salen de la escuela, entre los que se encuentran Lidia y Óscar, que van cogidos de la mano y acompañados de Hugo.

 

LIDIA: Hugo, no sabes cómo me alegro de que hayas retomado por fin las clases. Se te ha echado mucho de menos, ¿verdad, Óscar?

 

ÓSCAR: Yo le tengo todos los días en casa. No me ha dado tiempo.

 

LIDIA: Como eres…

 

La joven se ríe, mientras los dos jóvenes se miran, incómodos. Lidia ve algo al final de la calle que llama su atención.

 

LIDIA: Oye Hugo, ¿ese no es tu ex?

 

Hugo mira hacia donde le está señalando su amiga y, efectivamente, ve a Edu apoyado en la pared, mirándole. El joven, tras pensar durante unos segundos, suspira.

 

HUGO: Iros para casa. Ahora iré yo.

 

LIDIA: ¿Pero no íbamos a comer juntos con Isra?

 

HUGO: Sí, no os preocupéis. No me retrasaré mucho.

 

ÓSCAR: ¿Estás seguro de que no quieres que te esperemos? Las cosas entre vosotros no están demasiado bien, y podrías necesitar un apoyo o una excusa para irte.

 

LIDIA: Cariño, me alegro de que os llevéis mejor, pero no debemos quedarnos. Es una cosa entre ellos.

 

ÓSCAR: Sí, pero…

 

HUGO: (Interrumpiéndole) Lidia tiene razón. Podéis iros tranquilos. Me las sé arreglar yo solo.

 

ÓSCAR: Bien. Nos vemos en casa entonces.

 

HUGO: Sí. Hasta ahora.

 

LIDIA: Chao.

 

ÓSCAR: Hasta luego.

 

Lidia y Óscar empiezan a alejarse, y Hugo, tras quedarse pensando durante unos segundos, se acerca a su ex novio.

 

EDU: Pensaba que al final no te acercarías.

 

HUGO: Pues aquí estoy. ¿Qué quieres?

 

EDU: ¿Te gustaría que saliéramos a cenar esta noche?

 

Hugo deja escapar una sonora carcajada.

 

HUGO: Estás de coña, ¿verdad?

 

EDU: No… te lo estoy diciendo muy en serio.

 

HUGO: En serio tío, ¿a ti cómo cojones hay que decirte las cosas? No quiero tener nada que ver contigo, ¿vale?

 

EDU: Vamos Hugo, solamente te estoy pidiendo que cenes conmigo una noche… ¿qué te cuesta?

 

HUGO: Una noche de mi vida perdida.

 

EDU: Por favor…

 

Hugo se queda en silencio durante unos segundos. Mira hacia donde se han ido Lidia y Óscar, y les ve besándose. Suspira.

 

HUGO: Luego te llamo y me dices el lugar y la hora.

 

EDU: (Sorprendido) ¿En serio?

 

HUGO: No preguntes, no vaya a ser que me arrepienta. Hasta luego.

 

El rubio se aleja de allí, serio, mientras Edu esboza una amplia sonrisa, feliz de lo que ha conseguido.

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Chace Crawford, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Jessica Stroup

 

SPECIAL GUEST STAR

David Gallagher como EDUARDO ABRIL

 

Capítulo 83

Besos ocultos

 

CALLES DE GIJÓN

 

Ya por la tarde, Isra y Carlos pasean tranquilamente por las calles de la ciudad. Carlos se está fumando un cigarro, mientras el pelirrojo le mira, sin dar crédito a lo que acaba de escuchar.

 

ISRA: ¿Me lo estás diciendo en serio? ¿Le va a invitar a cenar?

 

CARLOS: Aha.

 

ISRA: Está loco. Le va a decir que no.

 

CARLOS: Eso mismo le he dicho yo, pero no me ha hecho ni caso. Está empeñado en luchar por recuperarle.

 

ISRA: No lo va a conseguir. Si Hugo siente ahora mismo algo por él, no es amor precisamente.

 

CARLOS: Ya…

 

Los dos jóvenes se quedan en silencio durante unos segundos, hasta que ven a Marta salir de un portal, acompañada de Alfonso. Los dos charlan entre risas, sin verles, y se meten en un coche que denota que el hombre tiene mucho dinero, y se alejan de allí. Ninguno de los dos chicos se puede creer lo que acaba de ver.

 

ISRA: ¿Esa era Marta?

 

CARLOS: Eso creo…

 

ISRA: ¿Y quién cojones era ese tío? ¡Si era de la edad de su padre!

 

CARLOS: No lo sé, pero desde luego, dinero tiene, y mucho. Ese coche no cuesta cuatro duros precisamente…

 

Ambos siguen caminando, en silencio, pero Isra se ha quedado muy preocupado por lo que acaba de ver.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

El local está prácticamente vacío. Jaime está tras la barra. Permanece muy serio mientras seca la vajilla, cuando Claudia aparece por allí bastante estresada, entrando tras la barra.

 

CLAUDIA: Perdona el retraso. Ha habido un accidente, y ha habido un atasco de la ostia.

 

JAIME: No te preocupes. No pasa nada.

 

La joven deja el bolso en el suelo, y mira a su alrededor.

 

CLAUDIA: Qué poca gente hay hoy, ¿no?

 

JAIME: Pues como siempre últimamente. No me extrañaría nada que nos quedara poco tiempo en este sitio.

 

CLAUDIA: No creo que Diego cierre. El Four no es solo su negocio, es su vida.

 

JAIME: Pues quién lo diría… porque no se deja caer nunca por aquí. Es más, puedo contar con los dedos de una mano las veces que le he visto en persona.

 

CLAUDIA: Bueno, ahora está mayor. Antes venía mucho más… siempre estaba por aquí, arriba y abajo.

 

JAIME: (Sorprendido) ¿En serio?

 

CLAUDIA: (Sonríe) La verdad es que yo no he llegado a vivir esa época… pero eso me dijeron éstos.

 

Jaime se queda en silencio durante unos segundos, pensando, hasta que finalmente suspira.

 

JAIME: De todos modos, me da igual. No creo que me quede el tiempo suficiente como para ver como esto se hunde.

 

CLAUDIA: (Extrañada) ¿De qué estás hablando?

 

JAIME: Creo que voy a dejar el trabajo.

 

CLAUDIA: (Sorprendida) ¡¿Qué?! No estarás hablando en serio, ¿verdad?

 

JAIME: Sí.

 

CLAUDIA: (Indignada) No me lo puedo creer… ¿sabes lo que me costó convencer a Diego para que te volviera a contratar? ¿Y ahora te vas a ir así, sin más?

 

JAIME: Lo siento, Claudia. Te estoy muy agradecido por haber conseguido que volviera, pero… creo que es lo que tengo que hacer.

 

Claudia mira al joven, sin entender nada de lo que le está diciendo.

 

CLAUDIA: ¿Es lo que tienes que hacer? ¿De qué narices estás hablando?

 

El joven se queda pensando unos segundos, sin saber si debería de seguir hablando.

 

JAIME: No te puedo decir más. Voy al almacén a hacer recuento, es día de pedido.

 

Jaime entra al almacén bajo la atenta mirada de Claudia, que sigue sin entender nada.

 

CASA DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ DORMITORIO DE HUGO

 

La noche empieza a caer sobre la ciudad. Hugo está frente al espejo de su dormitorio, probándose una camisa de cuadros rojos y negros, cuando escucha como alguien golpea la puerta.

 

HUGO: Adelante.

 

La puerta se abre, dando paso a Óscar.

 

ÓSCAR: ¿Estás muy liado?

 

HUGO: Que yo sepa Isra no está en casa, ¿no? No tenemos porque fingir ahora mismo que nos llevamos bien.

 

ÓSCAR: Ahora no estoy fingiendo, te lo aseguro.

 

HUGO: (Suspira) Está bien. ¿Qué quieres?

 

ÓSCAR: Nada en especial…

 

Óscar se sienta en el borde de la cama de su compañero, ante la molesta mirada de éste.

 

ÓSCAR: Tan solo saber cómo te ha ido esta mañana con tu ex… Edu, ¿verdad?

 

HUGO: Sí, Edu. Vamos a salir a cenar esta noche.

 

ÓSCAR: (Sorprendido) ¿En serio?

 

HUGO: Aha. Creo que es hora de que arreglemos las cosas de una vez, ¿sabes?

 

ÓSCAR: Ya…

 

Los dos se quedan en un incómodo silencio durante unos segundos, mientras Hugo empieza a quitarse la camisa, con un gesto de desaprobación en su cara.

 

ÓSCAR: ¿Todavía le quieres?

 

El rubio no puede evitar el esbozar una divertida sonrisa.

 

HUGO: Si no fuera porque hemos olvidado lo que teníamos que olvidar, pensaría que estás celoso.

 

Óscar se levanta de la cama, más incómodo todavía.

 

ÓSCAR: ¿Celoso yo? Por favor, no digas tonterías… lo único que pretendía era acercarme un poco más a ti. Había pensado que quizás no era mala idea intentar llevarnos bien de verdad, en vez de tener que fingir delante de todo el mundo.

 

HUGO: Sabes que eso no va a funcionar, Óscar.

 

ÓSCAR: Ya, bueno… al menos lo he intentado.

 

Óscar sale del dormitorio del joven, cerrando la puerta, y Hugo no puede evitar el esbozar una orgullosa sonrisa mirándose al espejo, feliz.

 

PISO DE MARTA/ SALÓN

 

Marta, elegantemente vestida, está metiendo un lápiz de labios en su bolso cuando el timbre empieza a sonar. La joven, sorprendida, mira la hora y se dirige hacia la puerta. Se sorprende cuando al otro lado ve a Isra, con una bolsa de plástico entre sus manos.

 

ISRA: Buenas noches.

 

MARTA: ¡Isra! ¿Qué estás haciendo aquí?

 

ISRA: (Sonríe) Bueno…

 

El joven empieza a rebuscar en la bolsa de plástico, y saca unos DVD’s.

 

ISRA: He traído unas películas, y comida china… es viernes, nuestra noche de cine, ¿no?

 

MARTA: (Extrañada) Hace semanas que no lo hacemos, Isra.

 

ISRA: Ya, pero he pensado que sería una buena idea el retomarla esta noche, ¿no crees?

 

MARTA: Bueno, yo…

 

Isra se percata de lo bien vestida que va su amiga, y la interrumpe.

 

ISRA: Tenías planes, ¿verdad?

 

MARTA: Lo siento.

 

ISRA: No te preocupes.

 

Se quedan en silencio unos segundos.

 

ISRA: ¿Es con el hombre con el que estabas esta tarde?

 

MARTA: (Sorprendida) ¿Cómo dices?

 

ISRA: Te he visto salir de una casa con un hombre bastante mayor… es con ese con el que has quedado.

 

MARTA: (Molesta) No te importa.

 

ISRA: Desde luego que sí.

 

MARTA: Mira Isra, eres mi amigo, ¿vale? Pero hay cosas que no quiero compartir contigo. Todavía no. Pero te prometo que si todo sale como espero que salga, serás al primero que se lo cuente.

 

ISRA: (Suspira) Estoy preocupado, Marta.

 

MARTA: Pues no lo estés. Todo está bien. De verdad. Te llamo mañana y salimos a tomar algo por la noche, ¿vale? Lo siento. Chao.

 

ISRA: Adiós…

 

Marta entra a casa de nuevo, cerrando la puerta, mientras Isra se aleja de allí, sintiendo como los ojos se le llenan de lágrimas.

 

PARQUE “RUISEÑORES”

 

La noche ya ha caído sobre la ciudad. Hugo y Edu pasean bajo la luz de las farolas. Ninguno de los dos mira al otro, y permanecen en un incómodo silencio. Edu termina esbozando una forzada sonrisa.

 

EDU: Has estado muy callado toda la noche.

 

HUGO: ¿Y qué esperabas?

 

EDU: No lo sé. Pensaba que aceptaste quedar a cenar para intentar arreglar las cosas.

 

HUGO: Ya.

 

EDU: Pero no ha sido así.

 

Hugo suspira, intentando no perder la paciencia.

 

HUGO: ¿Puedes seguir callado hasta que lleguemos a casa?

 

Edu también suspira, triste.

 

EDU: Has quedado conmigo para poner celoso a tu compañero de piso, ¿verdad? A Óscar.

 

HUGO: (Molesto) ¿Qué dices?

 

EDU: Vamos Hugo, no disimules. Conmigo no. Te conozco demasiado. He visto como le mirabas cuando besaba a Lidia esta mañana. Estás enamorado de él.

 

HUGO: No digas chorradas.

 

EDU: Oh, por favor.

 

HUGO: Esto no ha sido buena idea. Creo que me iré solo a casa. Buenas noches.

 

Hugo empieza a alejarse de allí, indignado, dejando a Edu solo. De pronto, el joven empieza a encontrarse mal; se lleva las manos a la cabeza.

 

EDU: Hugo…

 

HUGO: ¡Déjame en paz!

 

EDU: Hugo, por favor.

 

El rubio se gira hacia él, con los ojos llenos de lágrimas.

 

HUGO: Olvídame, ¿vale? Al fin y al cabo ya lo hiciste una vez. ¿Por qué no lo haces de nuevo?

 

EDU: Me encuentro muy mal.

 

HUGO: No. Ese numerito funcionará con Carlos, pero no conmigo.

 

EDU: Hugo…

 

El joven se deja caer al suelo, de rodillas, sin quitarse las manos de la cabeza. Es en ese momento cuando Hugo se da cuenta de que no le está mintiendo, y se acerca a él, corriendo.

 

HUGO: ¡Edu! ¿Qué cojones pasa?

 

EDU: No me encuentro bien…

 

HUGO: Vamos.

 

Hugo ayuda a su ex novio a levantarse, y le ayuda a sentarse en uno de los bancos.

 

HUGO: ¿Qué te pasa?

 

Edu sonríe forzadamente.

 

EDU: No es nada. De vez en cuando me entran unas jaquecas terribles.

 

HUGO: Como has dicho antes, nos conocemos muy bien. Sé cuando me estás mintiendo.

 

EDU: Pues no lo parece, porque no te lo creías para nada… ni la otra vez, ni ahora.

 

Hugo decide ignorar el comentario del joven.

 

HUGO: ¿Has ido al médico?

 

EDU: Ya te he dicho que estoy bien, ¿vale? Solo necesito descansar un poco, e ir a casa a dormir.

 

HUGO: Bien. Pues cuando estés mejor, te acompañaré a casa.

 

EDU: (Sonríe) Gracias. De verdad.

 

Hugo sonríe forzadamente al joven.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Un nuevo día amanece en la ciudad. Claudia está preparando un café con leche tras la barra, para luego servírselo a Andrea, sentada en una de las butacas del otro lado.

 

ANDREA: Gracias.

 

CLAUDIA: Y bueno, cuéntame, ¿mucha fiesta anoche?

 

ANDREA: Como siempre.

 

CLAUDIA: (Extrañada) Vaya, hoy no pareces demasiado entusiasmada… ¿no hubo polvo?

 

ANDREA: Sí, sí que lo hubo.

 

CLAUDIA: Y a juzgar por tu cara, fue un autentico desastre, ¿no?

 

ANDREA: No. No, que va. Estuvo bastante bien.

 

CLAUDIA: ¿Entonces qué te pasa?

 

ANDREA: Nada. ¿Por qué iba a pasarme algo?

 

CLAUDIA: Vamos, Andrea… se te nota enseguida cuando estás mal. Con la felicidad que tú llevas siempre en el cuerpo…

 

Andrea esboza una forzada sonrisa y, tras pensar durante unos segundos, suspira.

 

ANDREA: Lo que pasa es que ya estoy un poco cansada de todo esto, ¿sabes?

 

CLAUDIA: ¿De qué?

 

ANDREA: De lo de todos los fines de semana. Salir, beber y follar. Se está empezando a hacer aburrido.

 

CLAUDIA: (Sonríe) Ya… ¿y seguro que es por eso?

 

ANDREA: Eso es lo que te estoy diciendo, sí.

 

CLAUDIA: Claro. Y una persona llamada Carlos no tiene nada que ver, ¿verdad?

 

ANDREA: Pues claro que no, ¿por qué iba a tener algo que ver? Lo mío con Carlos está más muerto que muerto.

 

CLAUDIA: ¿Segura?

 

ANDREA: (Molesta) ¿Estás intentando decirme algo?

 

Claudia se queda pensando durante unos segundos sobre si debería de contarle la verdad, y finalmente se decide.

 

CLAUDIA: Jaime me contó lo de la propuesta de matrimonio.

 

ANDREA: (Irónica) Oh, perfecto. Ya tenemos otro cotilla más en el grupo.

 

CLAUDIA: No la pagues con él, Andrea. Solo me dijo que Carlos estaba bastante mal por tu rechazo.

 

ANDREA: ¿Y qué querías que hiciera? ¿Qué le dijera que sí?

 

CLAUDIA: No, desde luego que no. Somos demasiado jóvenes para casarnos todavía.

 

ANDREA: Por no hablar de que yo no creo en el matrimonio, no lo olvides.

 

CLAUDIA: También. Pero creo que, al menos, deberías haber hablado con él… haberle dicho que no al matrimonio, pero haberos dado una nueva oportunidad como pareja.

 

ANDREA: ¿Y por qué iba a hacer eso? Lo nuestro ya no funcionó una vez. ¿Por qué iba a hacerlo ahora?

 

CLAUDIA: Porque te quiere. Y tú le quieres a él.

 

Andrea está a punto de intervenir, pero su amiga no se lo permite.

 

CLAUDIA: Y no lo niegues, Andrea, porque no me engañas. A lo mejor a él sí, pero a mí no. Por eso estás cansada de la vida que llevas. Porque te encantaría estar con él.

 

ANDREA: Tonterías…

 

CLAUDIA: ¿Acaso estoy mintiendo?

 

La joven mira dudosa a su amiga, hasta que finalmente suspira.

 

ANDREA: No… pero no puedo estar con él. Soy un desastre con las relaciones, me agobio enseguida, y sé que él, a la larga, terminaría pasándolo mal. Es mejor así.

 

CLAUDIA: A lo mejor todo este agobio te viene precisamente porque estás cambiando. Porque a lo mejor ya estás lista para tener una relación.

 

Andrea se queda en silencio durante unos segundos, pensando, hasta que se termina bebiendo lo que le queda de café de un solo trago, para luego levantarse de la butaca.

 

ANDREA: No Claudia, no lo estoy. Sé perfectamente que yo no estoy hecha para estar en pareja. Podré follar con todos los tíos del mundo, pero sé que moriré sola. Es así. Y si alguien no se merece sufrirme como novia, ese es Carlos. Él necesita una novia que le quiera realmente, que no sienta tentaciones de serle infiel cada vez que va por la calle, y que se quiera casar y tener hijos.

 

CLAUDIA: Ahora la que estás diciendo tonterías eres tú. Sabes perfectamente que no le serías infiel, y, además, no estás contando con que Carlos te quiere tal y como eres. Sabe que no crees en el matrimonio, que no quieres tener hijos… y aún así te ama con locura.

 

ANDREA: (Incómoda) Ya. Oye, me tengo que ir a hacer unos recados que por eso he madrugado tanto, nos vemos en casa. Chao.

 

CLAUDIA: (Sonríe) Mira que eres…

 

Andrea sale rápidamente del local, mientras Claudia sigue a sus quehaceres. Ninguna de las dos se da cuenta de que Carlos, sentado en uno de los sofás cercanos, ha escuchado toda la conversación con un mezcla de felicidad y desilusión.

 

CASA DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ COCINA

 

Óscar, todavía en pijama, se está preparando un café sobre la encimera, cuando escucha como alguien llega a casa. Hugo no tarda en aparecer por allí, con muy mal aspecto.

 

HUGO: Buenos días.

 

ÓSCAR: Hola…

 

Hugo empieza también a prepararse otro café, y es entonces cuando Óscar se percata de que el joven lleva la misma ropa del día anterior, lo que le sorprende.

 

ÓSCAR: ¿Vuelves ahora de tu cita con Edu?

 

HUGO: Sí.

 

Óscar intenta disimular su desilusión con una forzada sonrisa.

 

ÓSCAR: Bueno, pues entonces ha ido bien, ¿no? Porque para venir a estas horas…

 

HUGO: La verdad es que no me apetece hablar sobre ello, Óscar.

 

Ambos se terminan de preparar el café.

 

HUGO: Me voy a acostar un rato, porque estoy agotado. Nos vemos.

 

ÓSCAR: Claro… descansa.

 

Hugo sale de allí dirección a su dormitorio, dejando a un solo y tristísimo Óscar con los ojos llenos de lágrimas.

 

PISO DE CARLOS Y JAIME/ SALÓN

 

Ya por la tarde, Jaime está sentado en el sofá viendo la televisión, cuando Carlos, con una sonrisa de oreja a oreja, llega a casa. Se sorprende al ver a su compañero allí.

 

CARLOS: ¿Qué estás haciendo aquí?

 

JAIME: Hombre, sé que es tu casa, pero pensaba que podría quedarme.

 

CARLOS: Sí, pero no me refiero a eso… he estado esta mañana en el Four y estaba Claudia, así que pensaba que esta tarde te tocaría pringar a ti.

 

JAIME: No. Me he pedido unos días libres.

 

Carlos se sienta al lado de su amigo.

 

CARLOS: (Extrañado) ¿Y eso?

 

Jaime se queda en silencio durante unos segundos, pensando, hasta que finalmente suspira.

 

JAIME: Tienes que prometerme que no se lo vas a contar a nadie.

 

CARLOS: Sabes perfectamente que no voy a hacerlo.

 

JAIME: Y que tampoco te vas a enfadar conmigo.

 

CARLOS: (Impaciente) Dios, ¿quieres decírmelo ya?

 

JAIME: Sí…

 

El chico vuelve a quedarse en silencio, buscando las palabras adecuadas.

 

JAIME: Creo… que me estoy enamorando de Claudia.

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿Qué te estás qué?

 

JAIME: Enamorando de Claudia.

 

CARLOS: No, si lo he oído…

 

JAIME: ¿Te molesta?

 

CARLOS: No, claro que no. Si lo que hubo entre Claudia y yo fue sexual más que otra cosa.

 

JAIME: Ya…

 

Ambos vuelven a quedarse en silencio de nuevo.

 

CARLOS: Pero no termino de entender que tiene que ver eso para que te hayas pedido unos días libres en el trabajo.

 

JAIME: Estoy pensando en dejarlo.

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿Qué?

 

JAIME: Se me hace insoportable trabajar con ella, Carlos… y no quiero que pase lo mismo que sucedió con Lola.

 

CARLOS: ¿Has hablado con ella?

 

JAIME: (Extrañado) ¿Con Lola?

 

CARLOS: No. Con Claudia.

 

JAIME: Oh, sí, sí que he hablado con ella. Lógicamente no se lo ha tomado demasiado bien. Fue ella la que intercedió con Diego para que me contratase de nuevo. Pero es que siento que es lo que tengo que hacer.

 

CARLOS: No me refiero a eso. Me estoy refiriendo a si has hablado con ella sobre tus sentimientos.

 

JAIME: ¡No! ¿Estás loco? ¿Cómo voy a decírselo?

 

CARLOS: Pues no lo sé, pero a lo mejor es algo más lógico que dejar el trabajo, ¿no?

 

Jaime piensa durante unos segundos, en silencio.

 

JAIME: No lo sé. La verdad es que no sé qué hacer.

 

CARLOS: Pues piénsalo muy bien, Jaime… si dejas el trabajo, te estás jugando mucho.

 

El joven mira a su amigo, dudoso.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y LIDIA/ SALÓN

 

Andrea está sentada en el sofá del salón, maquillándose frente a un pequeño espejo que tiene frente a la mesita del café, cuando la asusta el timbre, haciendo que se pinte una de las mejillas con pintalabios rojo.

 

ANDREA: ¡Joder!

 

La joven se limpia, mientras el timbre vuelve a sonar.

 

ANDREA: ¡Ya va, coño!

 

Andrea se levanta, y se dirige hacia la puerta. Cuando, al abrir, ve que se trata de un sonriente Carlos, suspira.

 

ANDREA: Si has venido a hacerme una visita te lo agradezco, pero estoy terminándome de arreglar. He quedado.

 

CARLOS: En realidad he venido para hablar contigo.

 

ANDREA: ¿Has entendido algo de lo que te he dicho? Estoy liada, y además tengo prisa.

 

CARLOS: Andrea, no hace falta que sigas disimulando.

 

ANDREA: (Extrañada) ¿Disimulando el qué?

 

Carlos se queda unos segundos en silencio, sin borrar la sonrisa de su cara.

 

CARLOS: Te he escuchado esta mañana hablando con Claudia en el Four.

 

ANDREA: (Indignada) ¿Qué has hecho qué?

 

CARLOS: No creas que os estaba espiando ni nada parecido. Es solo que estaba sentado en uno de los sofás, y no he podido evitar escucharos.

 

ANDREA: Seguro que tampoco has hecho demasiados esfuerzos.

 

CARLOS: ¿Y qué importancia tiene eso? Vamos, Andrea, sé que me quieres. Ahora lo sé.

 

ANDREA: Carlos…

 

CARLOS: Siento si te agobié, yo… pensaba que estaba haciendo lo mejor para recuperarte, pero ya he visto que no. No quiero agobiarte ni nada parecido. Y si no te quieres casar, ni quieres tener hijos, me da igual. Porque lo único que quiero es estar contigo.

 

Andrea siente como sus ojos se llenan de lágrimas, y hace grandes esfuerzos para que no salgan de sus ojos.

 

ANDREA: Entonces, si lo escuchaste todo, también escucharías que yo no valgo para mantener una relación. No sé hacerlo.

 

CARLOS: No nos fue tan mal cuando estábamos juntos.

 

ANDREA: Carlos, no puede ser.

 

CARLOS: Claro que puede ser, Andrea. Nos queremos, ¿no? Eso es lo más importante.

 

La joven se queda en silencio durante unos segundos, pensando, hasta que finalmente suspira.

 

ANDREA: Lo siento, Carlos. Entre tú y yo ya no puede haber nada… nunca lo habrá. Adiós.

 

Andrea cierra la puerta, dejando allí solo a Carlos que, desilusionado, empieza a alejarse de allí.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Comienza a anochecer, e Isra y Marta, sentados en el sofá de siempre, se toman unos refrescos, mientras permanecen en un tenso silencio. El pelirrojo mira a su amiga, y esboza una forzada sonrisa.

 

ISRA: Me alegro de que me hayas llamado.

 

MARTA: Te dije ayer que lo haría, ¿no?

 

ISRA: Sí, pero como últimamente pareces estar tan liada, no tenía todas conmigo de que finalmente lo hicieras.

 

MARTA: (Sonríe) Ya, pero siempre puedo hacer un hueco para mis amigos.

 

ISRA: (Irónico) Vaya, gracias.

 

La joven no se percata del tono irónico de su amigo, y continúa bebiéndose el refresco.

 

ISRA: ¿Y no me vas a contar lo que está pasando con el hombre ese con el que te vi?

 

MARTA: No hay nada que contarte. No es nada importante.

 

ISRA: ¿Anoche volviste a quedar con él?

 

MARTA: ¿Por qué quieres saberlo?

 

ISRA: Eres mi amiga. Estoy preocupado por ti.

 

MARTA: Pues no tienes de que preocuparte. De verdad.

 

Los dos jóvenes se quedan unos segundos en silencio. Isra parece bastante incómodo, y finalmente, suspira.

 

ISRA: ¿Te estás prostituyendo de nuevo?

 

MARTA: (Sorprendida) ¿Cómo dices?

 

ISRA: Vamos, Marta… sales de un edificio de pisos de gente con mucha pasta, acompañada de un hombre mayor, y vestida súper elegante. Y encima, conociendo tus antecedentes… ¿qué quieres que piense?

 

MARTA: (Indignada) ¿Desconfías de mí después de que te prometiera que no lo iba a volver a hacer?

 

ISRA: No lo hacía, pero comprenderás que después de lo que vi… me parezca la explicación más lógica.

 

MARTA: (Suspira) Ya…

 

Ambos se quedan de nuevo en silencio.

 

MARTA: ¿Recuerdas del hombre del que te hable hace unos cuatro años?

 

ISRA: (Extrañado) ¿Quién?

 

MARTA: Alfonso. Del hombre del que me enamoré y me dejó tirada por ser menor de edad.

 

ISRA: (Sorprendido) ¡¿Es él?!

 

MARTA: Sí.

 

ISRA: ¿Y estáis juntos?

 

MARTA: Bueno, no lo tengo claro. Creo que solamente nos divertimos juntos, nada más.

 

ISRA: ¿Después de todo lo que te hizo?

 

MARTA: Esta vez es diferente, Isra. Ya soy mayor de edad. No hay nada que nos impida estar juntos.

 

ISRA: Te dejo tirada. Te hizo sentirte como una mierda, lo pasaste fatal por él… ¿y aún así le das una nueva oportunidad?

 

MARTA: Todo el mundo se merece una segunda oportunidad, ¿no?

 

ISRA: Mira, tú verás. Pero sabes perfectamente que te va a volver a hacer daño.

 

MARTA: Isra…

 

El joven la interrumpe, cogiéndola de las manos.

 

ISRA: De todos modos, quiero que sepas que estaré aquí cuando lo haga, ¿vale? Podrás apoyarte en mí siempre que lo necesites.

 

Marta sonríe a su amigo, agradecida.

 

MARTA: Espero que no haga falta.

 

ISRA: Y yo.

 

CALLES DE GIJÓN

 

Ya es completamente de noche. Hugo camina dirección hacia su casa, a toda prisa. Tiene la impresión de que alguien le sigue, impresión que descubre que es cierta cuando alguien le agarra del brazo. Al girarse, asustado, se encuentra con Óscar.

 

HUGO: ¿Qué cojones estás haciendo?

 

ÓSCAR: Perdona. No quería asustarte.

 

HUGO: Un poquito tarde para eso.

 

Los dos jóvenes comienzan a caminar juntos, rumbo a casa.

 

ÓSCAR: ¿Has estado con Edu?

 

HUGO: ¿Por qué iba a estar con él?

 

ÓSCAR: No sé. Como el otro día cenasteis juntos.

 

HUGO: Ya…

 

ÓSCAR: ¿Pero has estado con él, o no?

 

HUGO: No, no he estado con él, pero no entiendo por qué te importa tanto.

 

ÓSCAR: No, por nada. Es simple curiosidad.

 

HUGO: (Irónico) Ya, seguro.

 

Los dos jóvenes se quedan en silencio durante unos segundos, hasta que Hugo se detiene.

 

HUGO: Óscar…

 

ÓSCAR: No digas nada.

 

HUGO: ¿Qué nos está pasando?

 

ÓSCAR: Nada. No nos está pasando nada.

 

HUGO: Sabes tan bien como yo que eso no es cierto.

 

Los dos se miran fijamente a los ojos durante unos segundos, en silencio.

 

ÓSCAR: No soy gay.

 

HUGO: Lo sé.

 

ÓSCAR: Pero tú…

 

El joven se queda en silencio durante unos segundos, pensando en lo que va a decir.

 

HUGO: ¿Yo qué?

 

Óscar, como única respuesta, da un apasionado beso a Hugo, que el joven no duda en corresponder, aunque pronto se arrepiente y se aparta bruscamente.

 

HUGO: No, Óscar. Esto es un error, como lo que pasó en la cena de clase, y los dos lo sabemos. No podemos volver a repetirlo.

 

ÓSCAR: (Suspira) Sí… sí, tienes razón. Se me pasará, ¿verdad?

 

Hugo sonríe forzadamente.

 

HUGO: Claro que sí.

 

Ambos se quedan en un tenso silencio durante unos segundos.

 

ÓSCAR: Creo que me voy a ir a dar una vuelta. Necesito que me dé el aire.

 

HUGO: Bien. Nos vemos mañana.

 

ÓSCAR: Sí. Hasta mañana.

 

HUGO: Chao.

 

Óscar se aleja de allí, mientras a Hugo se le llenan los ojos de lágrimas, triste. Ninguno de los dos sabe que Lidia, a escasos metros de ellos, ha presenciado toda la escena, y también se marcha por el lado contrario, marcando un número de teléfono.

 

LIDIA: Soy yo. Tenías razón, son unos hijos de puta… sí. Seguimos con el plan.

 

La joven cuelga el teléfono y se marcha de allí a toda prisa, sintiendo también como sus ojos se llenan de lágrimas.

 

CONTINUARÁ…