MANERAS DE VIVIR
PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ SALÓN
Un nuevo y soleado día amanece en la ciudad. Hugo y Andrea están sentados en el sofá, todavía en pijama y tomándose una taza de café. Mientras Hugo parece estar pensando en sus cosas, Andrea mira atentamente el periódico. No tarda en aparecer por allí Claudia, desperezándose.
CLAUDIA: Buenos días.
ANDREA: Hola.
HUGO: Ey.
CLAUDIA: Bueno, desde luego sois el alma de la fiesta…
La joven se deja caer sobre el otro sofá, suspirando.
CLAUDIA: Hugo, ¿y tu madre? No se habrá ido ya, ¿verdad?
HUGO: No, al final se va mañana, pero se ha ido a poner el pasaporte al día.
CLAUDIA: Ya…
Los tres se quedan en silencio. Claudia se enciende un cigarro, y suspira.
CLAUDIA: La vamos a echar de menos, ¿eh?
HUGO: Yo desde luego… al fin y al cabo, es mi madre.
ANDREA: (Sonríe) Pero la verdad es que todos. Trajo aires nuevos y frescos al piso, y eso siempre es de agradecer.
HUGO: Sí…
Los tres vuelven a quedarse en silencio unos segundos. Andrea y Hugo también se encienden un cigarro.
CLAUDIA: Pero no os preocupéis… seguro que volverá.
HUGO: Bueno, más le vale. En éste piso tiene a sus tres hijos favoritos.
Los tres jóvenes se ríen, ya algo más animados.
PISO DE CARLOS Y JAIME/ SALÓN
Jaime y Carlos están sentados en el sofá, tomándose una taza de café mientras ven la televisión. Los dos permanecen en silencio, hasta que suena el timbre, y los dos jóvenes se miran, extrañados.
JAIME: ¿Esperas a alguien?
CARLOS: No, ¿y tú?
JAIME: Tampoco… joder, seguro que es Pepa. Cada día está más pesada, ¿eh?
CARLOS: Pues si es ella te toca abrir a ti, que yo ya tuve que soportarla ayer.
JAIME: Serás cabrón…
Carlos se ríe, y en ese momento el timbre vuelve a sonar.
JAIME: ¡Ya va!
El chico, suspirando, se levanta, y se sorprende cuando, al abrir la puerta, se encuentra con Nieves.
NIEVES: Tenemos que hablar.
JAIME: (Extrañado) ¿Cómo?
NIEVES: Antes de que me vaya a Argentina, tenemos que hablar. Te espero en el parque Ruiseñores ésta noche, a las once. Te contaré todo lo que sé.
Jaime todavía no sale de su asombro.
JAIME: Bien… ahí estaré.
NIEVES: Hasta luego.
JAIME: Chao.
Nieves se aleja de allí mientras Jaime cierra la puerta, con una mezcla de sorpresa y satisfacción.
CARLOS: ¿Qué ha sido eso?
Jaime se encoge de hombros, haciéndose el tonto.
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Capítulo 65
Todo lo que sé
INSTITUTO “SAN JORGE”/ CAFETERÍA
Es la hora del recreo, y Andrea lee el periódico sentada ella sola en una de las mesas. Está tan absorta en ello que ni siquiera se da cuenta de que alguien se coloca frente a ella, sonriendo.
ISRA: ¿Puedo sentarme?
Andrea levanta la cabeza, sorprendida.
ANDREA: ¡Isra! Claro, siéntate.
ISRA: Gracias.
El joven lo hace, y la camarera no tarda en acercarse a él.
CAMARERA: Isra, ¿qué te pongo?
ISRA: Un café con leche, por favor.
CAMARERA: Enseguida.
La joven se dirige de nuevo tras la barra, mientras Isra mira con curiosidad a su amiga.
ISRA: ¿Qué haces?
ANDREA: Buscar un trabajo.
ISRA: (Extrañado) ¿En serio? ¿Y eso? Pensaba que tu madre te mandaba dinero desde Barcelona cada mes.
ANDREA: Y lo hacía… pero parece que las cosas no están yendo tan bien como esperaba, y no quiero que se tenga que hacer cargo de mí.
ISRA: Vaya, no sabes cuánto lo siento.
Andrea sonríe forzadamente.
ANDREA: Gracias.
En ese momento la camarera regresa con el café del joven, que se lo sirve y luego se marcha de nuevo, ante la sonrisa agradecida de Isra.
ISRA: Oye, ¿y Hugo como lleva que se vaya su madre? Hace un montón que no hablo con él.
ANDREA: Pues en principio parece que lo lleva bien, pero ya sabes como es. Si lo llevara mal, tampoco dejaría que se le notara.
ISRA: Ya…
Los dos vuelven a quedarse unos segundos en silencio, hasta que Andrea, suspirando, cierra el periódico.
ANDREA: ¿Sabes Isra? No te puedes ni imaginar la suerte que tienes tú con todo éste tema.
ISRA: ¿Suerte? Te recuerdo que no hace ni un año que se suicidó mi madre.
ANDREA: Sí, pero tienes un padre que está intentando arreglar las cosas y suplicándote día sí y día también que le des otra oportunidad. Yo tengo a mi madre a cientos de kilómetros, y Hugo está a punto de tenerla… y no podemos ni soñar con contar con nuestros padres. Así que piensa en la suerte que tienes, y no la dejes escapar.
Isra mira a su amiga, sin saber que responder.
INSTITUTO “SAN JORGE”/ EXTERIOR
Laura permanece apoyada en la puerta, rebuscando algo en su carpeta, cuando Marta se acerca a su amiga por la espalda, con una amplia sonrisa, y se coloca a su lado.
MARTA: ¡Buenos días!
La joven se gira, sorprendida.
LAURA: ¡Marta! ¿Al final has decidido quedarte y sacarte el curso, o solo vas a acabar la evaluación?
MARTA: Me quedó. Lo del otro día supongo que fue una pataleta de adolescente… que al fin y al cabo es lo que sigo siendo por mucho que ya sea madre.
LAURA: (Sonríe) Pues no sabes cuanto me alegro, Marta.
MARTA: Gracias.
Las dos amigas se abrazan, contentas.
MARTA: Bueno, ¿y tú que buscas?
LAURA: Pues un trabajo que tenía que entregar hoy y que me quedé hasta las cuatro de la mañana haciéndolo, por eso vengo ahora, porque me acabo de levantar… pero creo que me lo he dejado en casa.
MARTA: Pues chica, vuelve, ¿no? Al fin y al cabo aún estás a tiempo.
LAURA: Sí… sí, tienes razón, me voy pitando. Luego nos vemos, hasta luego.
MARTA: Chao.
Laura se aleja corriendo de allí mientras Marta, contenta, accede al interior del instituto.
BAR “FOUR”/ INTERIOR
Hugo permanece tras la barra, mirando unos folletos mientras se toma un café. En el local solo hay un par de mesas ocupadas por amas de casa que probablemente acaben de dejar a sus hijos en el colegio. En ese momento entra por allí Claudia, sonriente.
CLAUDIA: Ya estoy aquí.
HUGO: (Molesto) Hombre, ya era hora… ¿qué has hecho, ducharte para los próximos cinco años?
CLAUDIA: Tenía que lavarme el pelo y depilarme.
HUGO: Pues ya podrías haberlo hecho anoche.
CLAUDIA: (Suspira) Bueno, lo siento.
Claudia entra tras la barra y deja el bolso en una de las estanterías, mirando con atención todo el local.
CLAUDIA: Bueno, de todos modos tampoco parece que hayas tenido mucho trabajo.
HUGO: ¿Y qué? Podría haberlo tenido y estar yo solo… no sé porque Diego no quiere contratar a nadie más.
CLAUDIA: Yo tampoco. Se lo he dicho ya mil veces, y nada.
HUGO: Pues el verá.
CLAUDIA: Desde luego.
Claudia se prepara un café, y se sienta al lado de su amigo. Permanecen unos segundos en silencio.
CLAUDIA: ¿Qué miras?
HUGO: Pues estoy mirando folletos de autoescuela. He estado pensando en sacarme el carnet.
CLAUDIA: (Sorprendida) ¿En serio? Porque lo que yo tenía entendido es que no te hace ni pizca de gracia conducir.
HUGO: No, y no me la hace, pero ahora que estoy inspirado con la prueba de acceso y tal, quiero aprovechar y sacarme todo lo que pueda, porque como lo deje correr, mal vamos.
CLAUDIA: Pues di que sí chico, aprovecha. ¿Y cómo están de precios y tal? ¿Están bien?
HUGO: Sí, la verdad es que con esto de la crisis hay un montón de ofertas y promociones para que te apuntes. En algunas incluso te ofrecen la teoría gratis.
CLAUDIA: Ya… pero oye, ¿cómo vas a pagarlo? Quiero decir, ahora tu madre se va, y… supongo que no esperarás que te pongamos dinero del alquiler entre Andrea y yo, ¿verdad?
HUGO: Mi madre me ha dicho que me va a pasar algo de dinero desde allí… pero bueno, sino me apretaré el cinturón y ya está. No te preocupes, porque no os pediré nada a vosotras.
CLAUDIA: Ya, pues eso espero. Porque no están las cosas para tonterías ahora mismo.
Claudia se dirige hacia el almacén bajo la preocupada mirada de Hugo.
PISO DE ISRA/ COCINA
Ya es mediodía, y Enrique permanece en la cocina, haciendo la comida. No tarda en escucharse la puerta de entrada, e Isra pronto aparece por allí, dejando la mochila en un rincón.
ISRA: Hola.
ENRIQUE: ¡Buenas! Que pronto vienes, ¿no?
ISRA: Sí. Ya hemos terminado con los exámenes, y ahora no hay mucho que hacer.
ENRIQUE: Bien.
Enrique continúa a lo suyo mientras Isra le mira en silencio durante unos segundos.
ISRA: Oye, papá…
ENRIQUE: Dime.
ISRA: ¿Crees que podríamos hablar de lo que pasó?
ENRIQUE: (Sorprendido) ¿En serio?
ISRA: Sí. Quiero saber que es lo que pasó. Por qué te fuiste, y nos dejaste solos con mamá. Por qué nos abandonaste.
ENRIQUE: Pues yo es que ya he comido porque tengo que hacer unos recados… pero si quieres hablamos durante la cena. Te prometo que te lo contaré todo.
Isra sonríe forzadamente.
ISRA: Bien, entonces hablamos durante la cena. Voy un segundo al baño, ahora vengo.
El pelirrojo sale de allí mientras Enrique no puede evitar el esbozar una sonrisa, orgulloso.
PISO DE CARLOS Y JAIME/ SALÓN
Ya es por la tarde, y Jaime está sentado en el sofá mirando unos documentos mientras se bebe una cerveza, cuando suena el timbre. El joven, asustado, recoge todos los papeles y tras meterlos bajo la mesita del café, se dirige a abrir, encontrándose al otro lado con una sonriente Laura.
LAURA: Buenas.
JAIME: Hola.
La pareja se besa, y Laura entra al piso mientras Jaime cierra la puerta, y los dos jóvenes se sientan en el sofá.
JAIME: ¿Qué haces aquí? No habíamos quedado, ¿no?
LAURA: (Sonríe) No, pero me apetecía verte. Además, tengo una propuesta que hacerte.
JAIME: Ah, ¿sí? ¿Cuál?
La joven sonríe, pícara.
LAURA: Había pensado que… bueno, como las clases que tengo en el instituto ya no son demasiado importantes… hoy podría ser la primera noche que pasáramos los dos juntos…
JAIME: (Sorprendido) ¿En serio?
LAURA: Sé que dijimos de ir despacio, pero creo que ya ha llegado el momento de dar el siguiente paso, ¿no?
JAIME: No.
LAURA: (Extrañada) ¿Qué?
JAIME: Que no, Laura. Creo que no lo has pensado bien, y por eso no vamos a hacerlo.
LAURA: Pero…
Jaime se levanta, sin dejar hablar a su novia.
JAIME: Es más, creo que es mejor que te vayas. Ya hablaremos mañana.
LAURA: ¿Qué? ¿Por qué? Vale, a lo mejor tienes razón y me he acelerado de repente, pero no entiendo que tiene que ver eso con hablar o no hasta mañana.
JAIME: Mucho. Te conozco, y sé que acabaría pasando, así que es mejor que te vayas.
Laura se dispone a responderle, pero se da cuenta de que es mejor no discutir, por lo que suspira y se levanta.
LAURA: No te entiendo, Jaime… de verdad que no.
JAIME: Lo hago por nosotros, créeme.
LAURA: (Irónica) Ya, claro.
La joven sale de allí, sin ocultar su indignación, y Jaime se deja caer de nuevo sobre el sofá, suspirando y preguntándose si habrá hecho bien.
BAR “FOUR”/ INTERIOR
Comienza a anochecer, y Claudia permanece tras la barra. Frente a ella hay una revista, a la cual la joven no parece hacer mucho caso porque está absorta en sus pensamientos. Llega Marta, que se acerca a la joven sonriendo.
MARTA: Buenas.
Claudia, sorprendida, sale de su estado pensativo.
CLAUDIA: ¡Ey, hola! ¿Qué te pongo?
MARTA: Una naranjada… ¿no está Hugo?
Claudia empieza a prepararla.
CLAUDIA: No, está dando clases con Carlos. Como su madre se va mañana, se ha cambiado el horario y en vez de ir mañana por la mañana ha ido ahora.
MARTA: Oh…
CLAUDIA: Pero si es algo importante o quieres que te llame o algo, se lo puedo decir en cuanto llegue a casa.
Marta sonríe forzadamente mientras su amiga le sirve el refresco.
MARTA: No, gracias. Es algo que puede esperar a mañana perfectamente.
CLAUDIA: Bueno, como quieras.
Las dos jóvenes se quedan unos segundos en silencio, hasta que Marta suspira.
MARTA: Oye, ¿estás bien?
CLAUDIA: (Extrañada) ¿Yo? Sí, estoy perfectamente… ¿por qué no iba a estarlo?
MARTA: No sé, cuando vine te vi como muy pensativa, muy en tu… mundo.
CLAUDIA: Ya, bueno, te voy a contar un secreto: aunque no lo parezca, en ocasiones pienso.
Marta no puede evitar el echarse a reír, divertida.
MARTA: Bueno, eso tampoco lo dudaba.
CLAUDIA: (Irónica) Sí, claro…
Marta sonríe forzadamente.
MARTA: ¿Pero me lo vas a contar o no?
CLAUDIA: No me va a quedar otra opción, ¿verdad?
MARTA: No, creo que no.
CLAUDIA: Ya…
Claudia se queda durante unos segundos, pensativa, hasta que al final termina suspirando.
CLAUDIA: Es Carlos.
MARTA: (Sorprendida) ¿Carlos?
CLAUDIA: Sí, ¿qué pasa?
MARTA: No, nada… es solo que pensaba que era una etapa terminada, nada más.
CLAUDIA: Sí, yo también lo creía…
MARTA: ¿Y entonces? ¿Qué pasa?
CLAUDIA: (Suspira) Mira Marta, te aseguro que no lo entiendo ni yo. Solo sé que cada vez que se acerca a mí me sigo poniendo nerviosa, me revolotean las mariposas en el estómago… no sé, ¿sabes? A veces pienso que no tiene que ser tan difícil que se fije en mí, que podría funcionar, ¿no te parece?
MARTA: Claudia, ¿te estás escuchando?
CLAUDIA: Sí, ¿cuál es el problema?
MARTA: El problema es que Carlos está muy feliz e ilusionado por su relación, y no es justo que tú, que ya tuviste tu oportunidad con él, intentes joder a tu compañera de piso con esto.
CLAUDIA: Antes me jodió ella a mí liándose con él, y yo me tuve que callar como una puta.
MARTA: La diferencia es que lo que había entre Carlos y tú solo era sexo por su parte… y lo que hay entre ellos, es amor por los dos. Así que yo que tú no me metería.
Claudia mira a su amiga, sin saber que decir.
PISO DE ISRA/ SALÓN
Enrique está poniendo la mesa mientras tararea una canción. Parece bastante alegre y feliz, cuando Isra, ya en pijama, aparece por allí, sonriente también.
ISRA: Bueno, ya estoy aquí, ¿necesitas ayuda?
ENRIQUE: No, tranquilo.
ISRA: ¿Seguro?
ENRIQUE: Sí. Tú siéntate y espera un minuto, que eso es lo que nos va a costar empezar a cenar.
ISRA: Bien.
Isra se sienta mientras Enrique sale de allí, aunque no tarda mucho en regresar, con la cena.
ENRIQUE: Aquí tienes.
ISRA: Gracias.
Enrique también se sienta, y padre e hijo empiezan a cenar en silencio hasta que Isra suspira.
ISRA: ¿Por qué te fuiste?
El hombre piensa durante unos segundos, hasta que al final termina sonriendo forzadamente.
ENRIQUE: Deje de querer a tu madre.
ISRA: (Sorprendido) ¿Qué? ¿Me estás diciendo que todo éste tiempo intentando darme alguna explicación, y que ésta solo se reduce a eso? ¿A que simplemente dejaste de querer a mamá?
ENRIQUE: Es que no me has dejado terminar, Isra. Que dejara de querer a tu madre no quiere decir que dejara de quereros a vosotros. Pero ya sabes como son los jueces de éste país, le dieron la custodia a ella. Al principio cumplía vuestros regimenes de visitas, pero de pronto, dejasteis de aparecer. La denuncié, y ella argumentó ante el juez que no tenía pruebas pero que creía que os hacía algo, porque era deciros que veníais a verme, y echaros a llorar.
ISRA: Eso no es verdad.
ENRIQUE: Lo sé, Isra. Sé que mintió, pero no pude demostrarlo. Se las ingenió muy bien para que no volviera a veros. Así que para olvidar, me marché a vivir a Barcelona, y allí estuve hasta septiembre, cuando el abogado de tu madre me llamó para comunicarme su muerte.
Isra mira a su padre, sin saber que decir.
ISRA: Pero… hay algo que todavía no entiendo. Si tanto nos querías y tanto te importábamos, ¿por qué no te dignaste a aparecer por el entierro de Óscar? Era una buena oportunidad para hacer que las cosas cambiaran, ¿no crees?
ENRIQUE: Claro que lo creo, pero me enteré de su muerte una semana más tarde de que ésta sucediera. No sabes el dolor que sentí al saber que mi hijo mayor había muerto, que tu madre no me había avisado, y que me había perdido el entierro. El mundo se me cayó encima.
ISRA: Pero ni siquiera viniste a ver su tumba.
Enrique piensa durante unos segundos, hasta que finalmente termina esbozando una forzada sonrisa.
ENRIQUE: Desde luego que lo hice, Isra. Vine a ver su tumba, y también te vi a ti después de muchos años.
ISRA: (Extrañado) ¿Cómo?
ENRIQUE: Mira, en cuanto me enteré de lo de Óscar, vine inmediatamente a Gijón. Estuve viendo su tumba, y luego fui a verte a ti al colegio. Estaba dispuesto a presentarme y a luchar por ti, por recuperarte. Pero te vi tan hundido, que me di cuenta de que lo último que necesitabas es que de pronto apareciera tu padre en tu vida para trastocártela todavía más.
Isra mira a su padre durante unos segundos, sin saber que decir, hasta que finalmente se termina levantando.
ISRA: Lo siento papá, pero… necesito tiempo para poder asimilar todo esto. Yo… lo siento.
ENRIQUE: Claro hijo, lo entiendo. No te preocupes.
El joven pelirrojo sale del salón, bastante afectado, mientras Enrique suspira, sin saber si ha hecho o no lo correcto.
PARQUE “RUISEÑORES”
Nieves, nerviosa, permanece sentada en uno de los bancos del parque, bajo la luz de una de las farolas. No tarda en ver a lo lejos a Jaime, que se acerca a ella apresuradamente y no tarda nada en llegar hasta allí.
JAIME: Buenas noches.
NIEVES: Hola.
Los dos se quedan en silencio durante unos segundos, incómodos.
JAIME: ¿Vamos a ir a alguna otra parte, o…?
NIEVES: (Interrumpiéndole) No, creo que lo mejor es que nos quedemos aquí, así que siéntate si quieres.
JAIME: Bien.
Jaime se sienta, y Nieves piensa durante unos segundos, hasta que termina suspirando.
NIEVES: Mira, realmente no te mentí cuando te dije que no sabía nada acerca de la muerte de tus padres, pero… creo que sé de alguien que si que podría saber algo.
JAIME: ¿Quién?
NIEVES: Mi ex marido, Joaquín.
Jaime mira a la mujer, sorprendido.
JAIME: ¿Me puedes explicar un poco más, por favor?
Nieves piensa durante unos segundos, hasta que finalmente termina suspirando.
NIEVES: Joaquín y tu padre no tenían negocios tan limpios como querían hacernos creer a todo el mundo. Créeme, ni yo misma sabía en lo que consistían. Solo sé que días antes de que tus padres murieran, Joaquín estaba muy nervioso, como si tuviera miedo de algo. Y todo eso desapareció con la muerte de tus padres.
JAIME: ¿Crees que mi padre descubrió algo que no debía?
NIEVES: O eso, o se quería echar para atrás con los negocios que tenía con Joaquín… y eso suponía un alto peligro para él, está claro.
Jaime mira durante unos segundos a la mujer, pensando, hasta que finalmente se levanta.
JAIME: Lo siento Nieves, pero tengo que irme…
Nieves sonríe forzadamente.
NIEVES: Claro, no te preocupes. Espero haberte ayudado en algo al menos.
JAIME: Me has ayudado, y mucho, de verdad. Muchas gracias… y espero que te vaya muy bien por Argentina. Adiós.
NIEVES: (Sonríe) Suerte.
Jaime le devuelve la sonrisa a la mujer y se aleja de allí rápidamente mientras ésta, pensativa, se enciende un cigarro y se queda allí sentada un rato, sonriendo con nostalgia. Ninguno de los dos se ha dado cuenta que, escondida entre los arbustos, Laura lo ha visto todo pero no ha escuchado nada.
PISO DE ISRA/ COCINA
Enrique se está preparando un café, todavía en pijama, cuando Isra, ya vestido y aseado, aparece por allí. Sonríe, y actúa como si la noche anterior no hubiese pasado nada.
ISRA: Buenos días.
El joven empieza a prepararse el desayuno.
ENRIQUE: Hola Isra…
Los dos se quedan en silencio durante unos segundos.
ENRIQUE: ¿Cómo te encuentras?
ISRA: Muy bien, ¿por qué?
ENRIQUE: Bueno, después de todo lo que pasó ayer… parecías afectado, y no me malinterpretes: es completamente normal y entendible.
ISRA: No, estoy bien.
ENRIQUE: (Desconfiado) ¿De verdad?
ISRA: Sí… ¿sabes? He llegado a una conclusión. Lo que pasó entre mamá y tú, paso entre vosotros. Y no voy a dejar que me amargue, ni que me cambié.
ENRIQUE: (Sonríe) Me parece perfecto, Isra… ven aquí.
Enrique intenta abrazar a su hijo, pero éste se hace a un lado con un rápido movimiento, impidiéndolo.
ISRA: Papá, creo que… hay algo que no has escuchado bien, o que no has entendido.
ENRIQUE: (Extrañado) ¿El qué?
ISRA: He dicho que nada me va a amargar y que nada va a cambiar… y con eso último, también me refiero a mi relación contigo.
ENRIQUE: Pero…
ISRA: Pero nada, papá. Como te he dicho, lo que pasó entre mamá y tú queda entre vosotros, pero lo que pasó entre nosotros no. No voy a poder olvidar nunca que supieras donde estuvimos y no lucharas por nosotros. Porque no lo hiciste… mamá te pondría impedimentos. Pero tú te fuiste para olvidar, cuando deberías haberte quedado para luchar. Así que lo siento mucho, pero las cosas siguen estando exactamente igual que como estaban entre nosotros.
ENRIQUE: Isra…
El joven mira su reloj y se termina su desayuno de un trago, sin escuchar a su padre.
ISRA: Me tengo que ir ya, porque si no voy a llegar tarde. No sé si vendré a comer, hasta luego.
ENRIQUE: Adiós…
Isra se marcha de allí, cerrando la puerta del piso de un portazo. Enrique suspira, con la sensación de que lo único que ha conseguido ha sido empeorar las cosas.
PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ SALÓN
Nieves sale del dormitorio de su hijo con las maletas, y acompañado de éste último, de Andrea y de Claudia. Los cuatro tienen lágrimas en los ojos, y hacen grandes esfuerzos para no llorar.
NIEVES: Bueno chicos… llegó el momento.
Los tres asienten, con un nudo en el estómago, y la mujer se acerca a Claudia, a la que abraza.
NIEVES: Claudia… recuerda que eres muy buena persona, y que el único defecto que tienes es que no aceptas que las cosas no salgan como tú querías que salieran. Y tienes que aceptarlas como vengan, e intentar ser feliz por muy malas que estas sean, ¿vale?
CLAUDIA: Muchas gracias…
NIEVES: No, no me las des, y hazlo.
CLAUDIA: (Sonríe) Lo haré.
Nieves sonríe a la joven, orgullosa, para luego mirar a Andrea y abrazarla también.
ANDREA: Te vamos a echar mucho de menos.
NIEVES: Y yo a vosotros… y tú tienes que hacerme un favor.
ANDREA: Claro, dime.
NIEVES: Deja de tener miedo de tus sentimientos. Haz que salgan, y disfrútalos. Nunca puedes saber si una relación va a salir bien o mal, pero si no la intentas, te pierdes muchas cosas que son maravillosas. Así que Andrea, por favor, sabemos lo que sientes. Hazle caso a tu corazón, porque tu cabeza no está siendo sensata con éste tema.
ANDREA: No es tan fácil…
NIEVES: No lo es porque tú no quieres que lo sea. Cuando pierdas ese estúpido miedo que tienes, ya verás como eres mucho más feliz.
Andrea sonríe forzadamente.
ANDREA: Haré lo que pueda.
NIEVES: Y sé que lo conseguirás. Solo necesitas tiempo.
ANDREA: Gracias.
NIEVES: No, gracias a vosotros.
La mujer se separa de Andrea para luego mirar a Hugo durante unos segundos, en silencio, hasta que madre e hijo se abrazan, llorando.
HUGO: Te voy a echar mucho de menos…
NIEVES: Anda, no mientas… si seguro que estás deseando que me vaya y perder de vista a la pesada de tu madre.
HUGO: Mamá, no digas eso ni en broma, ¿vale?
Nieves sonríe, y mira a su hijo.
NIEVES: Hugo, no puedes hacerte a la idea de lo orgullosa que me siento de ti. Desde que despertaste del coma te has dado cuenta de que si quieres ser un adulto de provecho, tienes que sembrarlo ahora, y tú lo estás haciendo. Me faltan palabras para expresarte lo orgullosa que me siento de ti. Así que espero que sigas luchando, y ya sabes que yo estaré en Argentina para cualquier cosa que necesites. Para ti, y para vosotras.
Andrea y Claudia asienten con la cabeza, sin poder evitar el echarse a llorar ya también.
HUGO: ¡Mamá!
Madre e hijo se abrazan, emocionados.
HUGO: Te quiero mucho…
NIEVES: Y yo a ti, hijo. Y yo a ti.
Ambos continúan durante unos segundos más abrazados, ante la triste mirada de Claudia y Andrea, que también se terminan abrazando entre ellas. Finalmente, Nieves se separa.
NIEVES: Bueno, es hora de que me vaya, a ver si al final con la tontería voy a perder el vuelo.
HUGO: ¿Estás segura de que no quieres que te acompañemos hasta el aeropuerto?
NIEVES: Segurísima. Es mejor así, chicos. Creedme. Adiós.
CLAUDIA: Adiós.
ANDREA: Chao.
HUGO: Hasta pronto.
Nieves, tras echar una última mirada atrás y dedicarles una sonrisa, sale por la puerta. Hugo, Andrea y Claudia se abrazan, llorando.
PISO DE CARLOS Y JAIME/ SALÓN
Jaime está sentado en el sofá, tomándose una taza de café mientras ve la televisión, cuando empieza a sonar el timbre. El joven, extrañado, se dirige a abrir, y al ver a Laura al otro lado no puede evitar el esbozar una tonta sonrisa.
LAURA: ¿Puedo pasar?
JAIME: (Extrañado) Buenos días para ti también.
LAURA: ¿Puedo o no puedo?
JAIME: Sí, claro. Como si estuvieras en tu casa.
LAURA: Gracias.
La joven entra al interior del piso, y se sienta en el sofá. Jaime cierra la puerta, todavía extrañado por la actitud que está teniendo su novia.
JAIME: ¿Quieres desayunar o tomar algo?
LAURA: No, gracias. Me voy a ir enseguida.
JAIME: Bien.
Jaime se sienta al lado de la joven, preocupado.
JAIME: Entonces supongo que has venido a contarme lo que te pasa, ¿no? Porque estás teniendo unas reacciones que muy normales no son.
LAURA: No, no he venido a contarte lo que me pasa. He venido a decirte que esto se acabó.
JAIME: (Sorprendido) ¿Cómo?
LAURA: Pues eso, que se acabó. Que estoy cansada de tantos secretos, tantos misterios y tantas mentiras. Me doy cuenta de que no confías en mí, lo que hace que yo no confíe en ti, y… espero que entiendas que no puedo estar con una persona en la que no confío.
JAIME: Laura, te estás equivocando.
LAURA: (Irónica) Ah, ¿sí? ¿En qué me estoy equivocando concretamente?
JAIME: En que yo confío en ti, claro que lo hago. ¿Cómo iba a estar con una persona en la que no confiara? Si no te cuento nada de lo que está pasando últimamente, es porque creo que estoy detrás de algo muy gordo, y no quiero involucrarte para que a lo mejor luego, estés en peligro. Tienes que creerme.
Laura piensa durante unos segundos hasta que finalmente suspira y se levanta del sofá.
LAURA: Lo siento, Jaime.
JAIME: Laura…
LAURA: Adiós.
La joven se levanta y se marcha de allí, sin querer escuchar las explicaciones de su novio, el cual se recuesta en el sofá suspirando, sin saber que hacer.
CONTINUARÁ…