MANERAS DE VIVIR
.- Ya es de noche, y el Four está cerrado. Claudia se encuentra tras la barra del local, barriendo, cuando oye unos leves golpes en la puerta del cristal. Extrañada, se gira y ve que es David. Se
acerca a la puerta, pero no la abre.
CLAUDIA: ¿Qué quieres?
DAVID: ¡Ábreme, por favor!
CLAUDIA: Lo siento, estamos cerrados.
Claudia se gira para alejarse de la puerta, pero vuelve a oír los golpes, y no le queda más remedio que mirar de nuevo.
CLAUDIA: ¿Estás sordo?
DAVID: Por favor Claudia. Necesito hablar contigo.
La chica piensa durante unos segundos, y finalmente abre, pero corta el paso al joven para que no entre al local.
CLAUDIA: Dime lo que tengas que decirme y márchate.
DAVID: (Sonríe) Te has vuelto demasiado precavida, ¿no?
CLAUDIA: Supongo que son las cosas que tiene que te traicionen.
David sonríe forzadamente.
DAVID: Me voy.
CLAUDIA: Pues adiós.
Claudia intenta cerrar la puerta, pero David se lo impide poniendo las manos en medio.
CLAUDIA: (Molesta) ¿Qué cojones quieres, David?
DAVID: Me voy definitivamente. Dejo la ciudad.
La joven se queda bastante impactada por las palabras de David, pero intenta disimularlo lo mejor posible.
CLAUDIA: Te mentiría si te dijera que me da pena.
DAVID: Te la da, por mucho que no lo reconozcas.
Los dos se quedan en silencio durante unos segundos.
CLAUDIA: ¿Cuándo te vas?
DAVID: El domingo. Mañana no, el siguiente.
CLAUDIA: Bien… pues buen viaje.
DAVID: ¿Y nada más?
CLAUDIA: ¿Qué más quieres?
DAVID: Un beso de despedida.
Claudia no puede evitar el reírse sarcásticamente.
CLAUDIA: Olvídalo.
La chica cierra la puerta de golpe, y David, tras dirigirle una sonrisa, se aleja de allí. Claudia se apoya en la puerta, con los ojos llenos de lágrimas, y se deja caer lentamente hasta que se
sienta en el suelo.
.- Un nuevo día amanece, y Laura prepara dos tazas de café en la cocina del piso de su novio, cuando Raquel aparece por allí con una sonrisa de oreja a oreja.
RAQUEL: Buenos días.
LAURA: (Seca) Hola.
RAQUEL: ¿Has pasado aquí la noche? No se os ha oído nada…
LAURA: De vez en cuando, dormimos, ¿sabes? Una relación no es solo sexo.
RAQUEL: Es algo fundamental.
LAURA: Ya… y por eso siempre nos interrumpes, ¿verdad?
Raquel mira a la joven, sin entenderle.
RAQUEL: ¿Qué quieres decir?
LAURA: Lo sabes perfectamente. Parece que quieras que no nos acostemos, y ahora sabiendo que lo consideras algo imprescindible… ¿tú que sientes por mi novio, Raquel?
RAQUEL: ¿Hablas en serio?
LAURA: Completamente.
RAQUEL: Yo no siento nada por Carlos, Laura. Pero aunque los tuviera, no sé de qué temes.
LAURA: Por favor, mírate. Mírate y te aseguro que entenderás porque estoy tan insegura con todo esto.
RAQUEL: (Sonríe) Tú eres una chica muy atractiva, y tienes a Carlos loquito por ti, así que deja de preocuparte.
Laura piensa durante unos segundos, dudosa.
LAURA: ¿Tú crees?
RAQUEL: Por supuesto, mírate. Eres fantástica.
La joven se mira, y luego sonríe.
LAURA: Muchas gracias, Raquel. Puede que estuviera equivocada contigo…
RAQUEL: No te preocupes. En cierto modo lo entiendo.
LAURA: Bueno, pues me voy para la habitación. Hasta luego.
RAQUEL: Chao.
Laura, tras poner las dos tazas de café en una bandeja, se aleja de allí metiéndose en el dormitorio, y Raquel no puede evitar el esbozar una sonrisa.
RAQUEL: Bonita… te tengo en el bote.
TÍTULOS DE CRÉDITO: "Have a nice day" Bon Jovi
Kristen Bell, David Gallagher, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Hayden Panettiere, Emma Watson.
Capítulo 44.
TRES SON MULTITUD
.- Claudia permanece tras la barra del Four, con la mirada perdida en alguna parte del local. Todos los clientes están ya servidos. Tan pensativa está que no se da cuenta de que entra Andrea, que se
coloca frente a ella y la mira pensativa durante unos segundos.
ANDREA: ¿Estás bien?
La joven parece volver en si.
CLAUDIA: Sí, sí. Perdona, no te había visto… ¿qué te pongo?
ANDREA: Un botellín de agua.
Claudia saca uno de la nevera, y se lo da.
CLAUDIA: Mucha fiesta anoche por lo que veo, ¿no?
ANDREA: Demasiada, sí.
Andrea abre el botellín, y se bebe casi medio de un solo trago. Luego suspira.
ANDREA: Odio las resacas.
CLAUDIA: Deja de beber…
ANDREA: Por favor, ¡adoro las resacas!
Las dos jóvenes se ríen, divertidas.
ANDREA: Bueno, ¿y vas a decirme qué es lo que te tiene tan preocupada que ni te has enterado de que había venido?
CLAUDIA: De verdad que no es nada, no te preocupes.
ANDREA: ¿No es nada, o es que no quieres hablar de ello?
Claudia baja la cabeza, sin atreverse a responder.
ANDREA: (Extrañada) ¿O es que acaso no quieres hablarlo conmigo?
CLAUDIA: Andrea, déjalo, ¿vale?
ANDREA: O sea, que es eso… y seguro que tiene que ver con David, ¿o me equivoco?
CLAUDIA: (Suspira) No, no te equivocas.
ANDREA: ¿Qué ha pasado? ¿Te ha llamado?
CLAUDIA: No… vino a verme anoche.
ANDREA: (Sorprendida) ¿Tuvo el valor de hacer eso?
Claudia intenta que su amiga no note que está a punto de echarse a llorar.
CLAUDIA: Se va de la ciudad.
ANDREA: ¿En serio?
CLAUDIA: Sí, eso me dijo.
ANDREA: Bueno, fíate tú de lo que diga ese… pero de todos modos si es verdad, mejor. Un cabrón menos que haga sufrir a la gente, ¿no crees?
Claudia sonríe forzadamente.
CLAUDIA: Claro.
ANDREA: Pues eso.
Andrea se acaba el agua que le quedaba en el botellín de un solo trago, mientras Claudia no borra la falsa sonrisa de su cara.
.- Ya es mediodía, y Laura, Carlos, Edu, Isra y Marta se encuentran en el jardín de la primera, todos en traje de baño menos esta última, que va vestida. Carlos prepara una barbacoa con la ayuda de
Edu, mientras Marta, Isra y Laura charlan animadamente sentados en una hamaca, al borde de la piscina.
ISRA: Bueno tía, que suerte esto de que te hayas quedado sola, ¿no?
LAURA: Sí, la verdad es que ya tenía ganas de quitarme un poco de encima a mis padres.
Los tres jóvenes se ríen, divertidos.
LAURA: Además hemos tenido suerte, ha salido un día de puta madre.
MARTA: Sí. Y oye, ¿por qué no has invitado a los que faltan?
LAURA: ¿Te refieres a Claudia, a Hugo y a Andrea?
Marta asiente.
LAURA: Claudia curraba, Andrea estaba con resaca y a Hugo no he tenido manera de localizarle.
MARTA: ¿Sigue sin saberse nada de él?
LAURA: Absolutamente nada.
ISRA: La verdad es que empieza a ser ya algo preocupante.
LAURA: Para nada. ¿Recordáis lo que os dije cuando pasó lo de Daniel el año pasado?
MARTA: (Extrañada) ¿A qué te refieres?
LAURA: A que ahora está más claro que nunca que para Hugo simplemente hemos sido unos amigos de transición, de paso.
MARTA: No Laura, eso no es así, de verdad. Le conozco lo suficiente como para saberlo.
ISRA: Estoy de acuerdo con Marta.
Laura mira sorprendida a su amigo.
LAURA: ¿En serio?
ISRA: Sí.
Edu, que ha estado escuchando todo desde atrás, se acerca a ellos bastante molesto.
EDU: Me parece increíble.
LAURA: ¡Edu! ¿Ya está la comida?
EDU: Hugo está pasando uno de los peores momentos de su vida, y aunque él no se de cuenta lo que más necesita ahora es el apoyo de sus amigos. Me parece impresionante que sabiendo
eso, te limites a opinar si es o no es buena persona, o si nos considera sus amigos.
Marta e Isra se miran sorprendidos por la reacción del joven, y Laura intenta no ponerse nerviosa.
LAURA: Mira, no tenía ni idea de que esto te estuviera afectando tanto, porque sino no habría dicho nada. Pero esa siempre ha sido mi opinión respecto a este tema, y además tú
siempre la has sabido, así que no sé porque te estás poniendo así.
EDU: Porque es nuestro amigo, y no necesita que le critiquemos. Simplemente que le ayudemos.
MARTA: Pero no se deja, Edu.
EDU: Pues tendremos que hacer que se deje, ¿no creéis?
Marta, Laura e Isra se miran sin saber que decir. Edu suspira, intentando no perder la paciencia.
EDU: ¿Sabéis qué? Dejadlo, no hace falta que respondáis. De todos modos, así demostráis mucho, pero no a vuestro favor precisamente.
MARTA: Edu…
El joven, ignorando a su amiga, comienza a caminar hacia la puerta. Carlos, que no ha escuchado nada, se da cuenta.
CARLOS: (Extrañado) ¿A dónde vas, Edu?
Edu ni siquiera se gira.
EDU: Lo siento tío, pero se me ha quitado el hambre.
El chico se marcha, y Edu mira molesto a su novia y sus amigos.
CARLOS: ¿Qué cojones le habéis dicho?
LAURA: Nada… está un poco sensible, nosotros no tenemos la culpa de eso.
CARLOS: (Irónico) Ya…
Marta e Isra se miran, sin saber que decir.
.- El Four permanece bastante tranquilo, típico de un domingo por la tarde. Claudia seca la vajilla, cuando Elisa, cada vez más desmejorada, entra y se acerca a ella.
ELISA: Buenas tardes.
Claudia levanta la mirada, sorprendida.
CLAUDIA: Vaya, por fin te dignas a dar señales de vida.
ELISA: No te quejes tanto. Fuiste tú la que me echaste de tu vida, recuérdalo.
CLAUDIA: Mira, no quiero discutir.
Las dos se quedan en silencio durante unos segundos, y Elisa se sienta en una de las butacas.
ELISA: El otro día me encontré a Andrea. Me dijo que me estabas buscando.
CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Te encontraste con Andrea? ¿De que hablasteis?
ELISA: Le pregunté por ti y poco más, ¿por qué?
CLAUDIA: Porque creo que sospecha algo. Últimamente está haciendo demasiadas preguntas.
ELISA: ¿De verdad pensabas que ibas a poder ocultar tus secretos el resto de tu vida?
CLAUDIA: (Molesta) Mamá, por favor.
ELISA: Vale, perdona. Dime, ¿para que me estabas buscando? Ahora no tengo móvil, así que soy bastante más difícil de localizar.
CLAUDIA: ¿Y eso?
ELISA: No viene al caso, así que dime, que la verdad es que tengo algo de prisa.
Claudia piensa durante unos segundos, y luego suspira.
CLAUDIA: El otro día estuve hablando con Germán.
La mujer sonríe forzadamente.
ELISA: Así que es cierto, está vivo.
CLAUDIA: Sí… no sé como pudo pasar. Se supone que tenías que controlar que todo saliera bien.
ELISA: Y lo hice, pero te deje muy claro que no pensaba mancharme las manos.
CLAUDIA: Pues mira lo que ha pasado por no querer mancharte las manos. Que está vivo… y nos ha encontrado.
ELISA: Te ha encontrado.
CLAUDIA: Te equivocas. A quien busca es a ti.
ELISA: (Sorprendida) ¿A mí?
CLAUDIA: Sí. Me pidió expresamente que le avisara si conseguía saber algo de ti.
ELISA: ¿Y qué vas a hacer?
CLAUDIA: ¿Tú que crees?
Elisa mira a su hija, sin saber de lo que es capaz.
.- Ya es de noche, y Hugo se arregla con una sonrisa de oreja a oreja frente al espejo de su dormitorio. Oye unos leves golpes en la puerta, la cual no tarda en abrirse. Edu asoma la cabeza.
EDU: ¿Puedo pasar?
HUGO: (Suspira) ¿No tuviste suficiente con la conversación del otro día, que vienes a por más?
Edu también suspira, y entra al dormitorio cerrando la puerta tras él.
HUGO: No recuerdo haberte invitado a entrar.
EDU: Hugo, no te pongas borde. No conmigo, solo quiero hablar.
HUGO: Pues rápido. He quedado con Quique en media hora y no quiero llegar tarde.
EDU: Quique… claro.
HUGO: (Molesto) ¿Pasa algo?
EDU: No, nada. Absolutamente nada, solo estoy preocupado, nada más.
El joven se sienta sobre la cama, y Hugo le mira molesto.
HUGO: Te he dicho que solo un momento.
EDU: Hugo, ¿te das cuenta de que poco a poco te vas alejando de todos tus amigos?
Hugo sonríe, irónico.
HUGO: ¿De que amigos hablas? ¿De los que me traicionan día sí y día también?
EDU: No seas así, Hugo. Ellos te quieren y están preocupados.
HUGO: (Irónico) Desde luego. Apuesto mi cuello por eso.
Ambos se quedan en un incómodo silencio.
EDU: No sé que te está pasando, Hugo, pero tú antes no eras así.
HUGO: ¿Así como? ¿Libre, feliz, independiente, y disfrutando de la vida?
EDU: No. Borde siempre lo has sido, pero ahora lo sumamos a prepotente, desagradable y un yonki de mierda. Estarás de acuerdo conmigo en que es un cambio bastante gordo.
HUGO: Vaya, es divertido que un ex novio te vea así.
EDU: Pensaba que habíamos quedado en que además de ex novios, también éramos amigos.
HUGO: En eso quedaste tú Edu, no yo.
EDU: ¿Qué quieres decir?
HUGO: (Suspira) Mira, ya te he dicho que tengo prisa. La verdad es que no tengo tiempo para hablar de lo mismo de siempre, lo siento.
Edu se levanta, molesto.
EDU: Es verdad, has quedado con Quique.
HUGO: (Molesto) ¿Tienes algún problema con él?
El joven sonríe forzadamente.
EDU: No. Ninguno. Adiós.
HUGO: Chao.
Edu sale rápidamente de allí, y Hugo se sienta sobre la cama suspirando, sin poder evitar el pensar en las palabras del chico.
.- Andrea se encuentra sentada en su sitio de clase. El de al lado, correspondiente a Hugo, está vacío. La joven lo mira con lástima, hasta que Manuel, recién entrado en el aula, se acerca a
ella.
MANUEL: Andrea, ¿podemos hablar?
Andrea levanta la mirada.
ANDREA: Estamos a punto de empezar una clase, y que yo recuerde no nos toca contigo, así que…
MANUEL: (Interrumpiéndole) Estoy preocupado. Es sobre Hugo.
ANDREA: (Extrañada) ¿Sobre Hugo?
MANUEL: Por favor, sal un momento.
Andrea piensa durante unos segundos, y finalmente se levanta, suspirando.
ANDREA: Está bien… pero solo un segundo.
MANUEL: (Sonríe) No será necesario más. Soy tu profesor, ahora que te estás aplicando no quiero que empieces a perder clases.
Andrea sonríe, y los dos se dirigen al exterior. Los pasillos ya están completamente vacíos.
ANDREA: Bueno, ¿qué quieres saber?
MANUEL: Lo que le pasa a Hugo, ni más ni menos.
ANDREA: Está enfermo, le voy pasando los apuntes y tal. Por eso me estoy aplicando.
MANUEL: Pues lleva mucho tiempo enfermo ya, ¿no?
ANDREA: Sí, bueno… las gripes, ya sabes como son. Pueden ser muy hijas de puta.
Manuel sonríe irónicamente, dejando ver que no se cree ni una palabra de lo que le ha dicho la chica.
MANUEL: Dime la verdad, Andrea.
ANDREA: ¿Qué te hace pensar que no lo he hecho?
MANUEL: Pues que ya nos vamos conociendo, y te tengo el truco pillado.
ANDREA: (Extrañada) ¿A qué te refieres?
MANUEL: Pues que sé perfectamente cuando me mientes, y ahora lo estás haciendo.
Andrea se queda unos segundos en silencio, y luego suspira.
ANDREA: Mira, te voy a ser sincera… no sé nada de él desde hace días. Y estoy muy preocupada.
MANUEL: ¿No te ha llamado ni nada?
La joven niega con la cabeza, triste.
MANUEL: Es raro, ¿no? Pensé que erais muy buenos amigos, al menos eso parecía.
ANDREA: Sí, yo también lo creía… pero ya ves, las cosas no son siempre como lo piensas.
A Andrea se le llenan los ojos de lágrimas, ante la sorpresa del profesor, el cual mira a su alrededor, y al percatarse de que no hay nadie, abraza a la chica con cariño.
MANUEL: ¿Sabes? La gente a la que realmente creemos conocer es normalmente la gente que más sorpresas nos da.
ANDREA: Sí, esa lección ya la he aprendido, créeme.
Ambos se quedan mirando unos segundos, y no pueden evitar el empezar a acercarse poco a poco hasta que sus labios se juntan. Permanecen besándose durante un corto rato.
ANDREA: ¿Esto está bien?
MANUEL: No… pero no sé que me pasa, que no puedo controlarlo.
ANDREA: A mí me pasa lo mismo…
MANUEL: (Sonríe) ¿Vamos a mi despacho? Ahora estará vacío, soy el único profesor del departamento que no tiene clases…
ANDREA: Sí, por favor… vamos.
Ambos, intentando guardar la compostura mientras se alejan a lo largo del pasillo.
.- Carlos duerme plácidamente sobre su cama. Está completamente desnudo, mientras la luz se cuela discretamente por los agujeros de la persiana. En ese momento la puerta se abre lentamente, sin hacer
ningún ruido, y Raquel, en bata y de igual manera, entra con una sonrisa de oreja a oreja. La joven se tumba en la cama al lado de su compañero, intentando no despertarle. Le observa unos segundos en
silencio, hasta que empieza a acariciar los musculosos abdominales del joven sin borrar la sonrisa de su cara.
RAQUEL: (Susurrando) Tanto tiempo esperando este momento… y esta noche por fin serás mío.
La joven sigue acariciándole, mientras Carlos parece no darse cuenta de nada de lo que le rodea.
.- Ya es mediodía. Martín se encuentra en el salón del piso de Isra, metiendo varias cosas en una caja de cartón. Junto a la puerta hay varias maletas. El adolescente llega del instituto, con la
mochila a cuestas, aunque el hombre no se da cuenta. Isra mira todo, extrañado.
ISRA: ¿Qué estás haciendo?
El hombre se gira, entre asustado y sorprendido.
MARTÍN: ¿Cómo que vuelves tan pronto?
ISRA: Nos han dejado la última hora libre porque no ha venido el profesor, pero creo recordar que yo te he preguntado primero.
Martín piensa durante unos segundos, y luego sonríe.
MARTÍN: Ya, pero es que creo que la respuesta a esa pregunta es bastante evidente, ¿no?
ISRA: O sea, que entonces es lo que parece: te vas.
MARTÍN: Es lo mejor.
Isra se quita la mochila, y, suspirando, se sienta en uno de los sofás. Intenta que las lágrimas que luchan por salir de sus ojos no lo consigan.
ISRA: ¿Lo mejor para quien?
Martín mira al joven durante unos segundos, con lástima, y finalmente se sienta a su lado.
MARTÍN: Isra, los dos sabemos que esto no tendría que haber pasado. Se me hace muy duro ver a tu madre y tener que mentirle… no poder decirle que me he enamorado de su hijo.
ISRA: (Sorprendido) ¿Lo dices en serio?
MARTÍN: ¿El qué?
ISRA: ¿Te has enamorado de mí?
MARTÍN: (Sonríe) ¿De verdad crees que dejaría pasar una oportunidad con una mujer tan maravillosa como tu madre si no fuera por algo serio?
ISRA: Pues tenemos un problema.
MARTÍN: ¿A qué te refieres?
ISRA: Que yo también me he enamorado de ti.
Martín mira al joven durante unos segundos, sonriéndole, para luego darle un beso lleno de ternura.
MARTÍN: Pero date cuenta de que lo nuestro no puede ser. Yo soy el novio de tu madre, y además, tú eres menor de edad…
ISRA: Pero ahora te vas. Simplemente tendremos que escondernos durante dos años, y luego…
MARTÍN: (Interrumpiéndole) Isra, creo que te estás confundiendo.
ISRA: ¿Qué me estoy confundiendo con qué?
MARTÍN: Yo no voy a dejar a tu madre.
Isra se levanta del sofá, molesto y sorprendido por lo que acaba de escuchar.
ISRA: No puedo creerme lo que estoy oyendo. ¿Entonces todo esto que significa? ¿Qué significa que te marches de casa?
MARTÍN: Significa que tengo que alejarme de ti… pero no de tu madre.
A Isra se le vuelven a llenar los ojos de lágrimas.
ISRA: Eres un cabrón…
MARTÍN: Lo sé. Pero no soy un cabrón ahora, soy un cabrón desde la primera vez que me acosté contigo.
ISRA: No me lo puedo creer… de verdad que no.
Isra rompe a llorar y se marcha hacia su habitación, cerrando la puerta con bastante fuerza. Martín se recuesta en el sofá, suspirando y sin saber si está haciendo lo correcto.
.- Ya es por la tarde, y Claudia se encuentra tras la barra del Four, barriendo. En el local hay bastante gente, cuando la joven escucha como la puerta se abre. Levanta la mirada y ve a Germán
acercándose a ella, cosa que no le cuesta demasiado hacer.
GERMÁN: Buenas tardes, Claudia.
Claudia sonríe de mala gana.
CLAUDIA: Vaya, tú otra vez por aquí. Pensaba que tardaría bastante más tiempo en volverme a ver.
GERMÁN: (Sonríe) Si, bueno. Hace un año también pensabas que no ibas a volver a verme nunca, y mírame. Aquí estoy.
CLAUDIA: (Susurrando) Por desgracia…
Germán, que ha escuchado a la chica a pesar del bajo tono de voz que ha utilizado, no puede evitar el echarse a reír. Claudia le mira, molesta, mientras el hombre se sienta en una de las
butacas.
CLAUDIA: ¿Por qué has vuelto?
GERMÁN: Lo sabes perfectamente… quiero saber si tu madre se ha puesto en contacto contigo.
CLAUDIA: (Suspira) Mira, ya te dije que hacía tiempo que no sabía nada de ella, ¿qué te hace pensar que porque hayas aparecido, eso va a cambiar?
GERMÁN: (Sonríe) Creo que te olvidas de un pequeño detalle…
CLAUDIA: (Irónica) Oh, seguro que sí… ilumíname.
Germán guarda silencio durante unos segundos, intentando crear un aire de tensión, que sin duda tiene su efecto, puesto que Claudia empieza a ponerse nerviosa. Cuando el hombre se da cuenta de esto,
sonríe.
GERMÁN: Te dije que estaría observándote. Y eso quiere decir que sé que tu madre ha estado por aquí últimamente.
CLAUDIA: (Molesta) ¿Por qué estás haciendo esto, Germán? ¿Qué vas a ganar tú?
GERMÁN: Venganza, satisfacción y orgullo. ¿Te parece poco?
CLAUDIA: Eso es muy triste… además, ¿qué te hace pensar que si pudimos contigo una vez, no vayamos a poder una segunda?
GERMÁN: (Sonríe) Que en el fondo no pudisteis conmigo… sino, no estaría aquí, ¿no crees?
Claudia mira al hombre, impotente, y éste sonríe mientras se levanta.
GERMÁN: Adiós Claudia. Y recuerda, volveremos a vernos.
Germán se marcha de allí, y a Claudia se le llenan los ojos de lágrimas por la impotencia.
Edu se encuentra tumbado en su cama, boca abajo. Tiene un libro delante, del cual estudia mientras tiene los cascos del MP4 puestos. Unos golpes en la puerta hacen que se los quite y mire hacia allí,
extrañado.
EDU: Adelante.
La puerta se abre, y Marta asoma la cabeza.
MARTA: Hola… ¿puedo pasar?
El chico se sienta sobre la cama, serio.
EDU: Pues la verdad es que estaba estudiando.
MARTA: Edu, mira, creo que después de lo que pasó el otro día, deberíamos de hablar.
EDU: ¿Te refieres al día en el que os dedicasteis a criticar a alguien que en su día fue vuestro amigo, y que ahora mismo está pasando uno de los peores momentos de su vida?
Marta baja la cabeza, avergonzada.
EDU: Sí, ya veo que te refieres a ese día, que por muy lejano que te parezca, fue ayer.
MARTA: Edu…
EDU: (Interrumpiéndole) De todos modos, no creo que haya nada de lo que hablar, porque quedo todo muy claro. Así que ahórrate tiempo tú, y ahórramelo a mí también.
MARTA: Edu, no seas infantil.
EDU: Vaya, ahora el infantil soy yo. Siento decirte que si quieres arreglar las cosas, no vas por el mejor camino.
Marta, tras dejar escapar un suspiro, finalmente entra al dormitorio y cierra la puerta.
MARTA: Mira Edu, sé perfectamente que tú tenías razón. E Isra también lo sabe.
EDU: (Sorprendido) ¿Y por qué cojones no dijisteis nada?
MARTA: ¡No nos dejaste!
EDU: (Irónico) Oh, desde luego, se os veía claramente en las caras que estabais deseando hacerlo.
MARTA: Edu por favor, deja de ser irónico, ¿quieres? Sabes que no te pega nada.
Edu se queda callado debido al corte que le acaba de dar su amiga, y está, tras exhalar un suspiro, se sienta en el borde de la cama, con algunos esfuerzos debido a su ya avanzado estado de
embarazo.
MARTA: Te das cuenta de lo que está pasando, ¿verdad?
EDU: ¿A qué te refieres?
MARTA: A que está pasando exactamente lo mismo que hace un año. Ya empezamos a ir cada uno por nuestro lado, con malos rollos… pensé que después de todo lo vivido, y tras haber
vuelto a estar unidos, ya nada nos separaría.
Edu piensa durante unos segundos, y luego sonríe.
EDU: Mira, todos nos queremos un montón, y eso es innegable. Pero también creo que son precisamente esas cosas las que nos dan vida… no sé, quizás sea nuestra manera de pasar el
rato, o de afianzar nuestras amistades. Pero… lo importante supongo que es que nos queremos, ¿no?
MARTA: (Sonríe) Sí, supongo que sí.
Vuelven a quedarse en silencio durante unos segundos.
MARTA: Y bueno, volviendo al tema que nos ocupa… ¿qué vamos a hacer con Hugo?
EDU: No lo sé, Marta… no lo sé. Lo único que tengo claro es que algo hay que hacer, y tiene que ser ya.
Marta mira a su amigo, también sin saber que decir.
.- Carlos duerme plácidamente en su cama. Duerme destapado debido al calor, y tan solo con unos calzoncillos. En ese momento la puerta se abre, y Raquel, sonriente y tan solo en ropa interior, entra
sigilosamente. Se tumba en la cama junto al chico, y, sin borrar la sonrisa de su cara, empieza a acariciarle el pecho.
RAQUEL: Llego el momento…
La chica empieza a besar el pecho del joven, y aunque este se mueve, no parece despertarse. Raquel baja lentamente hasta llegar al pecho, mientras mete sus dedos por la ropa interior del joven, y
juega con su juego pélvico.
CARLOS: (Somnoliento) ¿Laura?
RAQUEL: Shhh… calla… te aseguró que vas a disfrutar mucho más que con esa cría de mierda.
CARLOS: (Sorprendido) ¡¿Raquel?!
La joven no puede evitar el esbozar una amplia sonrisa, y empieza a besar apasionadamente al joven, pero este se aparta inmediatamente, y se levanta de la cama.
CARLOS: ¿Qué cojones te crees que estás haciendo?
RAQUEL: Vamos Carlos, ¿vas a negarme que lo estabas deseando tanto como yo? Por favor, si vi con los ojos con los que me mirabas el primer día que llegaste a trabajar al hotel.
CARLOS: Joder… joder…
El joven empieza a dar vueltas por la habitación, nervioso.
CARLOS: Estás loca.
Raquel sonríe, mientras se levanta de la cama y se acerca de nuevo al chico, acariciándole el pecho una vez más.
RAQUEL: Venga… no seas tonto y deja de disimular.
El chico empuja a su compañera, la cual cae sobre la cama, sin poder evitar el sorprenderse.
CARLOS: Márchate de aquí, Raquel. Haz tus maletas y márchate de este piso ahora mismo.
RAQUEL: ¿Pero a dónde voy a ir?
CARLOS: ¿No vivías antes con tus padres?
Raquel asiente.
CARLOS: Pues ya tienes a donde ir.
Carlos sale del dormitorio realmente enfadado, y Raquel suspira, decepcionada.
RAQUEL: Esto no va a quedar así, Carlos… desde luego que no.
.- Isra se encuentra sentado en la orilla del mar. Deja que el agua acaricie sus pies desnudos, mientras mira pensativo al horizonte. Tiene los ojos hinchados de tanto llorar, y no se da cuenta de
que hay alguien a sus espaldas, hasta que le oye reírse. Se gira, y se encuentra con Hugo.
HUGO: El lugar ideal para llorar… todo el mundo viene aquí. ¿Puedo sentarme?
ISRA: (Molesto) Estás colocado.
HUGO: ¿Y eso te supone algún tipo de problema?
El joven no obtiene respuesta, por lo que al final se acaba sentando. Los dos permanecen en silencio durante unos segundos, mirando al horizonte.
HUGO: Bueno, ¿y cuales son tus penas?
ISRA: Empieza tú.
HUGO: (Riendo) Que estoy más caliente que una perra y me voy a casa sin polvo, ¿te lo puedes creer?
Isra intenta hacer esfuerzos, pero no puede controlar sus carcajadas.
HUGO: Te toca.
ISRA: Pues la verdad es que es básicamente lo mismo.
HUGO: Anda, que vaya par.
Los dos jóvenes se echan a reír, pero poco a poco van dejando de hacerlo y se miran fijamente a los ojos.
HUGO: ¿Estás pensando lo mismo que yo?
ISRA: Sería una tontería.
HUGO: (Sonríe) ¿Por qué?
Ambos, poco a poco, se van acercando hasta que sus labios se juntan. Primero se besan tímidamente, pero tras unos segundos dejan paso a la lujuria y a la pasión. Se van quitando la ropa, mientras no
dejan de besarse. Lo único que se oye es el romper de las olas en la orilla.
CONTINUARÁ...